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Cogío con alfileres


En el momento que venga un viento un poco más fuerte, se descuelga. Se cae. Y se rompe.
¿Cómo es posible haber llegado hasta aquí? Sin dudarlo, me decantaría porque la respuesta a esta pregunta es la ineficacia de la clase política que nos representa. Cuando se es ineficaz en cualquier trabajo, la relación laboral termina.

Imaginen a un camarero, que atiende las mesas con despotismo (ya sea ilustrado o no, para el ejemplo actual no nos sirve de nada), que cuando termina de atender las mesas no lleva bien las comandas, se fuma el cigarrito en el tiempo que debería prestar una atención más específica a la sala, y que cuando lleva las bebidas tras un buen rato, la bebida no llega porque no sabe sostener la bandeja y se le cae encima de una mesa llena de señoronas con peinado de peluquería… entre las cuales se encuentra la madre del jefe.

¿Cuánto va a durar nuestro amigo en la empresa? No le pagan ni el periodo de prueba. Que aunque en Sevilla no se hace, en los demás sitios si es una costumbre que está bastante asentada. La ley y tal.
Si los políticos no funcionan, se cambian. Y avanzo un poco más. Si las leyes no funcionan, se cambian. Así es como hemos adquirido muchos derechos que anteriormente no tenían espacio y quizás sentido. La civilización evoluciona, así como sus necesidades, deberes y derechos.
Como independentista andaluz, me produce especial vergüenza el despropósito que se está produciendo en Cataluña. La Independencia de un territorio es un tema delicado, que conlleva mucho diálogo, mucha participación ciudadana y muchos planteamientos alternativos que no se están produciendo en Cataluña.

En Cataluña se ha utilizado el proceso independentista como una cortina de humo, bien tupida, tras la que ocultar aquellas situaciones problemáticas para la sociedad como son la sanidad, la educación y en mayor medida, la corrupción. Han aprendido bien cómo hacerlo y es algo que tienen en común con el estado español. Al mismo tiempo que la respuesta a los problemas en Cataluña era el independentismo, la respuesta a los problemas en España eran el populismo, el radicalismo y Venezuela.

Cuando las iniciativas carecen de diálogo por ambas partes, como está ocurriendo ahora, caemos en la imposición. Y Cataluña no puede declarar unilateralmente la independencia tras un referéndum  como el celebrado el domingo. Sin observación internacional, sin censo electoral, sin vigilancia, y con el bloqueo represivo por parte del gobierno español. Debo estar de acuerdo con Juaninasio Zoido (les prometo que me duele) en calificar lo del domingo como un paripé.

Y por otra parte. El Gobierno de España ha actuado con una dejadez sustentada en la continua falta de diálogo y el constante uso del NO como respuesta. Y cuando los catalanes querían urnas, la respuesta del Gobierno ha sido mandar a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Y eso es peligroso. ¿Por qué? Porque cuando los cuerpos de seguridad del estado no están para proteger al pueblo, y están para servir las necesidades y las órdenes de un despacho de Madrid hay que tener cuidado.

Responder con palos, gases lacrimógenos, cargas policiales, y tirando de los pelos supone un uso indiscriminado de la fuerza contra ciudadanos que estaban realizando una votación. Y una votación es en última instancia un ejercicio de democracia.

El Partido Popular ha utilizado las formas que son propias de su idiosincrasia. Aquellas que le vienen en los genes desde su fundación por personalidades franquistas que buscaban su nuevo espacio de actuación en la Democracia. Palos, “hostias como panes” y opresión.

Esta situación es peligrosa y es, repito, ilegítimo usar la fuerza contra aquellos ciudadanos que el gobierno considera españoles, y que acuden a un referéndum cuya validez no ha sido reconocida.  Es un comportamiento decididamente antidemocrático.

Además,  ¿de qué forma ha protegido el Gobierno de España a aquellos ciudadanos que en Cataluña se siguen sintiendo españoles?

Si Rajoy y su gobierno son expertos en avivar las llamas, ahora también cuentan con la ayuda de un portavoz de gran altura. S.M. Felipe VI hizo ayer unas declaraciones entre las que yo solamente resaltaría dos palabras: “deslealtad inadmisible”.

España se rompe. Porque esto está “cogío” con alfileres. Y el pueblo necesita respuestas que no vienen de un partido fundado por franquistas, ni del hijo de un Rey colocado también por Franco. Eso sí que me supone una “deslealtad inadmisible”.

Si no le das cariño y amor a la gente, la gente termina por irse. Salvo los andaluces, que por desgracia para mí, nos quedaremos para siempre y seguiremos colgando en nuestros balcones banderas de España. 

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