Ya hacía tiempo en el que yo me preguntaba el por qué coronaban a una virgen, y a la mía no. Sabía, que antes o después llegaría el momento, hasta que finalmente ha llegado.
Los primeros indicios me llegaron en la Madrugá, viendo los Gitanos en San Román, un amigo de la Hermandad me comentó que teníamos que hablar, y al preguntarle el tema, mientras se alejaba hizo gestos de como si se colocara una corona, y me dijo "la Salú". Al principio, en plena Madrugá, no le dí la importancia que se merecía un rumor así, hasta que pasados los días, la idea volvió a mí y no se separó de mis pensamientos.
He imaginado su corona, su pontifical, la medalla conmemorativa. He imaginado el cartel, la procesión de ida, la procesión de vuelta... he imaginado tantos rostros que ya no están y que la querían como yo la quiero.
El simple hecho de haber crecido viéndola todos los días. Su foto entre las fotos de la familia. Nuestra "Salud". Nuestra madre. Nuestro pequeño, y humilde tesoro ya no es reconocido tesoro desde la óptica del cariño que le profesamos, sino desde la razón de lo evidente, desde sitios que no es el corazón de un hermano de San Gonzalo, o el Tardón, o el Mercado o el Barrio León. Más allá reconocen en nuestra Madre, no sólo a la Madre, sino a la Reina que es para todos nosotros.
Ésta mañana me he levantado con la imagen de su rostro (como todos los días). El pie de foto, me ha indicado que allá por Octubre de 2017, la coronarán... y ya está. Tan simple como las lágrimas que me han llenado los ojos y las mejillas. La alegría incontenible que rebosa. Que es tanta que no te cabe.
Para mí no existe algo que se pueda comparar contigo. Eres lo más grande que me ha pasado en la vida. Salud de mi vida.
Causa de nuestra alegría. La Salud de Triana.
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