¿Habéis escuchado alguna vez una canción o pieza musical, que rápidamente asociéis a alguien, a algo o a algún momento en particular?
Estoy seguro de ello.
"Caligaverunt Oculi Mei" es una de las partes del Responsorio de Tinieblas, que compusiera Tomás Luis de Victoria. Magistralmente, D. Emilio Ramírez lo recuperaría para su canto en la tarde del Viernes Santo, cuando la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora acompaña a la Hermandad de la Sagrada Mortaja.
Durante el año la suelo escuchar bastante, puesto que la he buscado y he podido descargarla. Cada vez que la escucho, cierro los ojos, y aparezco entre una nube de incienso, con mi dalmática, y mi cirial en la noche del Viernes Santo. Casi puedo sentir todo lo que siento en ése momento concreto al que creo volver.
Hasta ahora, escuchar el Caligaverunt, era volver al Viernes Santo. Por lo que era motivo de alegría. Por muy fúnebre que sea la pieza musical. Aquellos que la habéis escuchado sabréis de lo que os hablo. Hasta ahora.
El otro día la escuché, y no aparecí entre nubes de incienso, y ya no estaba con mi cirial, ni había paso que alumbrar. El otro día ví a un niño dormido como duerme mi Cristo, solo que no estaba en los brazos de su madre. Estaba dormido en el frío absoluto de la arena, que recibe las envestidas del oleaje. Dormido...
Por la mismas injusticias. En tiempos distintos. Ya no lloran las marías a los pies del Señor. Ahora lloran las niñas bajo la lluvia, en el destierro, en la búsqueda de un destino en el que vivir sea el anhelado destino posible.
Qué terrible es el hombre. Qué miedo da el futuro. Ojalá la Piedad refulja con más fuerza que nunca, sobre los refugiados que vienen, y que, más pronto que tarde, seremos también nosotros.
Estoy seguro de ello.
"Caligaverunt Oculi Mei" es una de las partes del Responsorio de Tinieblas, que compusiera Tomás Luis de Victoria. Magistralmente, D. Emilio Ramírez lo recuperaría para su canto en la tarde del Viernes Santo, cuando la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora acompaña a la Hermandad de la Sagrada Mortaja.
Durante el año la suelo escuchar bastante, puesto que la he buscado y he podido descargarla. Cada vez que la escucho, cierro los ojos, y aparezco entre una nube de incienso, con mi dalmática, y mi cirial en la noche del Viernes Santo. Casi puedo sentir todo lo que siento en ése momento concreto al que creo volver.
Hasta ahora, escuchar el Caligaverunt, era volver al Viernes Santo. Por lo que era motivo de alegría. Por muy fúnebre que sea la pieza musical. Aquellos que la habéis escuchado sabréis de lo que os hablo. Hasta ahora.
El otro día la escuché, y no aparecí entre nubes de incienso, y ya no estaba con mi cirial, ni había paso que alumbrar. El otro día ví a un niño dormido como duerme mi Cristo, solo que no estaba en los brazos de su madre. Estaba dormido en el frío absoluto de la arena, que recibe las envestidas del oleaje. Dormido...
Por la mismas injusticias. En tiempos distintos. Ya no lloran las marías a los pies del Señor. Ahora lloran las niñas bajo la lluvia, en el destierro, en la búsqueda de un destino en el que vivir sea el anhelado destino posible.
Qué terrible es el hombre. Qué miedo da el futuro. Ojalá la Piedad refulja con más fuerza que nunca, sobre los refugiados que vienen, y que, más pronto que tarde, seremos también nosotros.
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