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Traspié

Sobrellevar los varapalos de la vida, era algo liviano. Qué atrevido he sido  pensando que era alguien duro, y dispuesto a los retos. Capaz de capear el temporal. Qué equivocado estaba.

En ésta semana me han vencido dos piedras feroces, y retorcidas. Ínfimas. Ridículas en tamaño. Destructivas por naturaleza. Me han hecho caer con estrépito en una tristeza que no conocía.

Creemos tenerlo todo bajo control, ser capaces de tener el poder siempre en nuestra mano... pero cuando llegan momentos como éste, uno se encuentra incapaz de recibir consuelo o ánimo.

Puede, que leas ésto. O puede que no. Yo te juro, por mi sangre, por mis ojos, por mi pensamiento, por mi vida misma, que no voy a parar hasta que nos levantemos juntos (siempre juntos de la mano) de éste tropiezo.

Tú eres la causa de mi vida. El principio de ella. Sonríe y sé fuerte, que sabes que la victoria es nuestra, por muy malos que sean los días que están por venir.

Te quiero.

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La vida es como un río... quizás eso lo dé por hecho todo el mundo... quizás sea yo el extraño o el raro que la vea como un parque, un parque frondoso y lleno de árboles en el que un árbol trata de cada cosa, y otro de otra muy distinta... Hoy me he fijado en el árbol de los amigos, y he recapacitado sobre éste árbol, que siendo uno de los más grandes de mi parque, tiene muchas hojas de un color y otras de otro. Yo soy el tronco (sin afán de protagonismo), y hay diversas formas de ser amigo. Hay amigos que los llevas tan pegado al corazón, que forman una parte indisoluble de ti... Son unas ramas que salen del tronco, que ayudan a sostener la copa, cuando se acercan los días de viento, o las grandes lluvias. Son poco más que los dedos de mi mano, pero si ellos no estuvieran, éste tronco que les habla, sería más bien un hierbajo... Hay, otros amigos que salen de éstas ramas, son las ramitas, a los que quizás no veo en meses o en años, pero que siempre están ahí, y con 5 minutos...

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