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Orejas picudas

Una vez llegado este momento me veo obligado a escribir, por aquí, una vez más.

Cuando el Ébola era una cosa "de negros" no preocupaba. Estaba allí, y no había posibilidad de que viniera. Pero, después, el debate vino acompañado de dos sacerdotes que, ayudando a los demás, se infectaron del virus, y fueron repatriados a su país.

Los mismos que nos anunciaron que crearían empleo, que no bajarían las pensiones, que no acabarían con la Ley de Dependencia, que no bajarían el número de becas, que no subirían los impuestos, que lucharían con ímpetu contra la corrupción, que no privatizarían la sanidad... Nos comunican que no existe riesgo de infección para la población ni para los profesionales sanitarios que asisten / asistieron a los dos sacerdotes.

Hoy, tras haber insistido muchísimo y tras seis días de fiebre, una enfermera de un hospital desmantelado, ha dado positivo en el virus del Ébola. Y hace cuestión de una hora, otra enfermera, ha acudido al hospital aduciendo los mismos síntomas que su compañera.

Ahora se busca a todas las personas que hayan podido tener contacto con la primera enfermera para un análisis y cuarentena... ¿no es demasiado tarde? ¿quién es el responsable de que no se hayan tenido las medidas de seguridad apropiadas dada la gravedad del virus?

¿Es un problema de salud pública? ¿no son suficientes motivos para que la titular del Ministerio de Sanidad, y por consiguiente el presidente del Gobierno puedan plantearse dimitir?

Son muchísimas preguntas. Pero debemos obligar a que las respondan aquellos que cuentan con la responsabilidad de nuestra salud, la de nuestros mayores, y nuestros niños.

Orejas picudas.

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La vida es como un río... quizás eso lo dé por hecho todo el mundo... quizás sea yo el extraño o el raro que la vea como un parque, un parque frondoso y lleno de árboles en el que un árbol trata de cada cosa, y otro de otra muy distinta... Hoy me he fijado en el árbol de los amigos, y he recapacitado sobre éste árbol, que siendo uno de los más grandes de mi parque, tiene muchas hojas de un color y otras de otro. Yo soy el tronco (sin afán de protagonismo), y hay diversas formas de ser amigo. Hay amigos que los llevas tan pegado al corazón, que forman una parte indisoluble de ti... Son unas ramas que salen del tronco, que ayudan a sostener la copa, cuando se acercan los días de viento, o las grandes lluvias. Son poco más que los dedos de mi mano, pero si ellos no estuvieran, éste tronco que les habla, sería más bien un hierbajo... Hay, otros amigos que salen de éstas ramas, son las ramitas, a los que quizás no veo en meses o en años, pero que siempre están ahí, y con 5 minutos...

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