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Tempestades

Aquí va todo aquello que, esperemos que no se repita:

-La falta continua de educación de los Sevillanos. Y el falso convencionalismo de que es propiedad aquello que se pisa. Ni somos Atila, ni somos Hunos. Pero tenemos la misma educación que ellos.

Pasar de una calle a otra se convierte cada vez más en una dificultad añadida. Y considero que la culpa de todo ésto no la tienen las Chinosillitas (las cuales he usado muchos años), la tienen los sevillanos, que reitero, que somos muy maleducados.

La solución de las Sillas está en publicar las zonas donde se pueden usar y las zonas en las que no. Ni cruces, ni bocacalles, ni espacios de alta saturación. Más claro imposible.

-Los comepipas. Que ayudan a que la penitencia de muchos nazarenos se incremente gracias a las cáscaras de los frutos secos. Señor, coja usted una bolsita y deposite dentro los desechos y su poca vergüenza.

-La basura que dejamos a nuestro paso. Pasar por las calles por donde acaba de pasar una cofradía es sinónimo de suciedad. Más que pasos, parece que han pasado niñatos con botellonas.

-Los Nazarenos. No hemos llegado aún a casos cómo los de Málaga (con la nazarena borracha), pero da pena ver a nazarenos fuera de las filas, con el antifaz quitado, comiendo, bebiendo, fumando, o cogido de la mano consorte... Verdadera pena. Personalizando más concretamente en las Hermandades de capa de la Madrugá y en las horas del desayuno. Si usted sabe que salir de Nazareno es duro, no lo haga.

-Los palios con poco movimiento. Y los palios con un movimiento tan extraño cómo el de la Virgen del Loreto.

-Los capataces todopoderosos... A buenos entendedores pocas palabras bastan.

-Los policías con ínfulas de ser más que un funcionario público al servicio del pueblo.

-Sabiendo el factor que supone tener pocos nazarenos, es preferible mantener una distancia prudencial, a que ocurra lo del Viernes de Dolores en la Avenida de la Constitución. Nazareno, diez metros, nazareno y así... Tanto fue el tema, que la cruz de guía sobrepasaba el magnolio y el Señor no había llegado al arquillo del Ayuntamiento.

-Tampoco contó, la hermandad del ruán morado, con uniformidad en sus túnicas. Algunas muy largas. Otras muy cortas. Unas recogidas, otras no. Nazarenas con los ojos pintados (no es el primer año que lo digo). Penitentes con relojes de altísima gama que se dejaban ver en las muñecas. Cargar una cruz debe ser menos pesado, cuando se cuenta con la comodidad de saber que queda menos tiempo de carga cuando uno mira ése gran reloj.

-Curioso, cuánto menos, me pareció que Nazarenos de una hermandad de corto recorrido del Miércoles, se encorvaran y se agacharan en la calle Cuna, de vuelta, cuando hacía menos de 5 horas que estaban en la calle.

-Sigo pensando, que las camisetas de tirantas hacen del costalero, un exhibicionismo que no es nada congruente. Muchos salen de costaleros para ser vistos y yo no puedo con éso. Costales de flores, de colores, cañas del pantalón por las rodillas, mostrando tatuajes pintureros, o el socorrido calcetín patrio.

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