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El camino hacia los sueños...

¿Recuerdas cuando te encaminabas presuroso hacia la cima de aquella tarima? ¿Recuerdas el sonido de los listones bajo las carreras de tus pequeños pies?

En aquél lugar fue cuando comenzó a picarnos un gusanillo, y a sentir que la ciudad cambiaba por éstas épocas en la que los árboles florecían, y hacían que la ciudad en efecto se tornara más luminosa, y más guapa...

Allí comenzaste a imaginar nazarenos, caramelos y bolas de cera... Ya que nosotros no conocímos las estampitas hasta ser pubertos. Allí fue cuando tu padre te prometió que al año siguiente saldrías de nazareno...
Allí cuando tu madre te llamó para darte el último toque a tus pelos despeinados de tanto juego... Allí cuando las cornetas y los tambores comenzaron a hacer ése efecto en tí que hoy perdura...

Ya está montada la rampa... Vuelve a subirla, y recuerda todo aquello que se quedó los años, y tus recuerdos...

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Londres

El Árbol de los Amigos...

La vida es como un río... quizás eso lo dé por hecho todo el mundo... quizás sea yo el extraño o el raro que la vea como un parque, un parque frondoso y lleno de árboles en el que un árbol trata de cada cosa, y otro de otra muy distinta... Hoy me he fijado en el árbol de los amigos, y he recapacitado sobre éste árbol, que siendo uno de los más grandes de mi parque, tiene muchas hojas de un color y otras de otro. Yo soy el tronco (sin afán de protagonismo), y hay diversas formas de ser amigo. Hay amigos que los llevas tan pegado al corazón, que forman una parte indisoluble de ti... Son unas ramas que salen del tronco, que ayudan a sostener la copa, cuando se acercan los días de viento, o las grandes lluvias. Son poco más que los dedos de mi mano, pero si ellos no estuvieran, éste tronco que les habla, sería más bien un hierbajo... Hay, otros amigos que salen de éstas ramas, son las ramitas, a los que quizás no veo en meses o en años, pero que siempre están ahí, y con 5 minutos...

Negro... Tiniebla... Y Morado...

El tacto... El futuro y el pasado. La vigilia y el sueño. La juventud y la vejez. El incienso y la mirra. El blanco y el negro. La nana y el réquiem. La Fe y la Esperanza. El Amor. El tacto de querer tocar y dar vida. El tacto de una lágrima corriendo despavorida por la mejilla doliente. La Caridad y la Piedad... El Silencio y la espera... Todo y nada, "in ictv oculi", en un abrir y cerrar los ojos... El Rey de la Tremenda Majestad... El cielo y la tierra. El temor y la angustia... Un patio frío, centenares de capas negras, un entierro... Un último cortejo fúnebre... El todo en una foto, el todo en una descripción... Enfila ya Doña María Coronel, enjuto en su silencio y en su discurrir... Como desde antaño. Como siempre... Y ésa mano, sigue posada en el cuerpo muerto, en el cuerpo de la Vida.