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¿Y si vuelve?

Recuerdo la primera vez que pasé por allí...

Me embargó una emoción que rasgó de mí todo el cansancio de una semana de prisas, de disfrutes y de sonrisas... Una larga caminata de zapatos... Y de repente llegué al sitio más bonito del mundo...

No era el más bonito por su luz... si no más bien por la ausencia de ella. No era el más bonito por sus paisajes, ni por su historia, ni por sus leyendas... Era, es el más bonito por lo que sucede allí cada noche de primavera...

La del plenilunio de Primavera... La misma en que Dios bajó de los cielos, para quedarse dormido en éste paraíso en el que cuento las horas para volverlo a ver...

Se quedó dormido entre naranjos, y embriagado por el olor mezcla de mirra, áloe, azahar y dulces de convento... Se quedó dormido por el silencio de alrededores...

Se quedó dormido por saberse bien cobijado por un cielo repleto de espuma y destellos sobre fondo azul oscuro...

No tengo prisas por volver a verlo, porque ése paraíso ya reside en mis recuerdos, en lo más hondo del corazón y en mi futuro más incierto... Porque sé, que cuando muera iré para el Cielo de Triana, pero yo te juro, que antes pasaré por el paraíso de Doña María Coronel... A seguir recordando aquella estampa tan vieja y tan nueva, que parece ser el sueño no mío...

Sino de la misma Primavera...

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El Árbol de los Amigos...

La vida es como un río... quizás eso lo dé por hecho todo el mundo... quizás sea yo el extraño o el raro que la vea como un parque, un parque frondoso y lleno de árboles en el que un árbol trata de cada cosa, y otro de otra muy distinta... Hoy me he fijado en el árbol de los amigos, y he recapacitado sobre éste árbol, que siendo uno de los más grandes de mi parque, tiene muchas hojas de un color y otras de otro. Yo soy el tronco (sin afán de protagonismo), y hay diversas formas de ser amigo. Hay amigos que los llevas tan pegado al corazón, que forman una parte indisoluble de ti... Son unas ramas que salen del tronco, que ayudan a sostener la copa, cuando se acercan los días de viento, o las grandes lluvias. Son poco más que los dedos de mi mano, pero si ellos no estuvieran, éste tronco que les habla, sería más bien un hierbajo... Hay, otros amigos que salen de éstas ramas, son las ramitas, a los que quizás no veo en meses o en años, pero que siempre están ahí, y con 5 minutos...

Negro... Tiniebla... Y Morado...

El tacto... El futuro y el pasado. La vigilia y el sueño. La juventud y la vejez. El incienso y la mirra. El blanco y el negro. La nana y el réquiem. La Fe y la Esperanza. El Amor. El tacto de querer tocar y dar vida. El tacto de una lágrima corriendo despavorida por la mejilla doliente. La Caridad y la Piedad... El Silencio y la espera... Todo y nada, "in ictv oculi", en un abrir y cerrar los ojos... El Rey de la Tremenda Majestad... El cielo y la tierra. El temor y la angustia... Un patio frío, centenares de capas negras, un entierro... Un último cortejo fúnebre... El todo en una foto, el todo en una descripción... Enfila ya Doña María Coronel, enjuto en su silencio y en su discurrir... Como desde antaño. Como siempre... Y ésa mano, sigue posada en el cuerpo muerto, en el cuerpo de la Vida.