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Me quitan mi infancia...

No contento con quitarme el trabajo, el estudio y otras cosas que me hacen edificarme como persona, me quitan un trocito de Infancia...

Recuerdo aquellos Viernes por la tarde noche, en las que mi padre nos premiaba con una vuelta en ésos "cacharritos", en los que podíamos ser cocheros, bomberos o cualquier profesión de nuestros sueños...

Recuerdo aquellos Viernes de ensayo en San Gonzalo, en los que después de ejercitar nuestros sueños de profesiones del futuro, nos íbamos a comprar ésas "papas fritas" que saben como ningunas otras...

Recuerdo en fín, ésos "cacharritos" de Viernes de cuaresma, y de veranos fresquitos cerca de Mariscos Emilio...

Y todo hace indicar que todo se quedará en el recuerdo, porque me los quitan... Ya no sonarán las campanas del coche de Bomberos, ni los cláxon de sus cochecitos nuevos... Me los quitan, como se los quitan a otros jóvenes del Barrio León... Y a los niños que crecieron en el Mercao...

Malditos sean vuestros aparcamientos, y vuestras formas de hacer las cosas... Tan capaces de lo malo, que le quitáis la infancia a éste pequeño de 22 años...

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La vida es como un río... quizás eso lo dé por hecho todo el mundo... quizás sea yo el extraño o el raro que la vea como un parque, un parque frondoso y lleno de árboles en el que un árbol trata de cada cosa, y otro de otra muy distinta... Hoy me he fijado en el árbol de los amigos, y he recapacitado sobre éste árbol, que siendo uno de los más grandes de mi parque, tiene muchas hojas de un color y otras de otro. Yo soy el tronco (sin afán de protagonismo), y hay diversas formas de ser amigo. Hay amigos que los llevas tan pegado al corazón, que forman una parte indisoluble de ti... Son unas ramas que salen del tronco, que ayudan a sostener la copa, cuando se acercan los días de viento, o las grandes lluvias. Son poco más que los dedos de mi mano, pero si ellos no estuvieran, éste tronco que les habla, sería más bien un hierbajo... Hay, otros amigos que salen de éstas ramas, son las ramitas, a los que quizás no veo en meses o en años, pero que siempre están ahí, y con 5 minutos...

Negro... Tiniebla... Y Morado...

El tacto... El futuro y el pasado. La vigilia y el sueño. La juventud y la vejez. El incienso y la mirra. El blanco y el negro. La nana y el réquiem. La Fe y la Esperanza. El Amor. El tacto de querer tocar y dar vida. El tacto de una lágrima corriendo despavorida por la mejilla doliente. La Caridad y la Piedad... El Silencio y la espera... Todo y nada, "in ictv oculi", en un abrir y cerrar los ojos... El Rey de la Tremenda Majestad... El cielo y la tierra. El temor y la angustia... Un patio frío, centenares de capas negras, un entierro... Un último cortejo fúnebre... El todo en una foto, el todo en una descripción... Enfila ya Doña María Coronel, enjuto en su silencio y en su discurrir... Como desde antaño. Como siempre... Y ésa mano, sigue posada en el cuerpo muerto, en el cuerpo de la Vida.