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Plaza de San Leandro...

Hay sitios en los que el alma del Sevillano se pierde... Uno de ellos ha sido el primero que vieron mis ojos, cuando Dios me destinó a Sevilla. En aquél lugar he crecido, y allí he visto todas las estaciones repetidas por 13 años...


La Pila del Pato. Un escondrijo, un lugar fresco donde refugiarse en plena Judería, cercano a todos los sitios... Cerca de la Alfalfa, cerca de la Puerta Carmona, y cerca... cerca de buenos sitios para tomar una cervecita, (para aquellos que les guste), como el Tremendo, o Casa Pepe (Pepito "el Muerto").

Recuerdo viejos tiempos en los que jugaba con mis primos en ésa plaza, siempre cerca de la tienda que regentara mi abuelo ("Casa Pepe, Ultramarinos y Congelados"), el cuál era un sitio de reunión para personas de todas las clases, hasta que mi abuelo murió... Entonces aquella tienda, fue cayendo en decadencia y en profunda agonía, hasta que cerró.

Creo que la tienda le daba vida a la Pila. Desde Estudiantes, Señores y Marqueses (buen hombre el Marqués de Villapanés), hasta vendedores de Droga, Grifotas y Yonkis han pasado por la tienda, y el trato siempre ha sido el mismo... Excelente.

En Invierno la plaza era un sitio de paso para niños al colegio, estudiantes al Instituto y trabajadores... Nunca estaba sola.

En Primavera era cuando el Pato recibía más visitas. En Cuaresma eran famosos los "Viernes del Cautivo" (a los que con 21 años sigo yendo, porque mi madre así me enseñó), y la visita al Convento para comprar unas "Yemas" (de San Leandro, lógicamente)...

En Semana Santa era un hervidero de gente, y un sitio de descanso para comprar los bocatas, para tomarse la cervecita en "Casa Manué, el Gitano", o para esperar el Lunes Santo al Beso de Judas. Hermandad que llegando a ésta plaza sabía que llegaba al barrio y así hacía chicotás más largas y más lucidas, algo que la gente anhelaba de año en año.

En Mayo, la Cochera de Cardenal Cervantes, con Juan, reunía a todos los niños del barrio y sacábamos la Cruz de Mayo, una de las más bonitas de Sevilla, y que a día de hoy sigue saliendo, pero los niños crecimos y nos fuimos yendo de allí, así que ahora son menos, pero para nada menos lustrosa.

En Verano la plaza no recibía muchas visitas. Era un barrio de "Gentes Bien" y muchos de ellos se iban a la playa, mientras que yo, permanecía en Sevilla, cuidando de mi plaza...

Y en Otoño era el preludio del Invierno... y todo volvía a empezar... Un ciclo divino que siempre se sucedía... y que por mucho que pasen los años siempre habrá un quieto espectador, ése pato, que le da Nombre a la plaza...

Son muchos recuerdos los que saco del baúl, cuando paso por allí... Supongo que parte de mi infancia y de mi adolescencia no va conmigo, sino que sigue jugando y paseando por aquella plaza, la primera que vieron mis ojos, y la que siempre llevaré en el Corazón...

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