Esta carta va dirigida a seis mil personas. Cada una de su padre y de su madre. Cada una de mi Padre y de mi Madre. Con sus diversos carácteres, con sus opiniones, con sus gustos... Pero con algo que les une por encima de todo lo demás. Temblar más que el puente los días claves, cuando se ponen delante de la Madre de la Salud, y Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder.
No olvidéis qué es lo importante. No olvidéis qué es lo accesorio.
No olvidéis qué es lo importante. No olvidéis qué es lo accesorio.
Casi se atisban tiempos de gloria para la Hermandad, para sus hermanos, para la gente del barrio. No os empeñéis en ensombrecer lo verdadero con ínfulas, o con personalismos que no llevan a nada.
Las elecciones vienen en el peor momento. Estamos inmersos en la ilusión desbordante que nos produce la Coronación de nuestra Madre, y un proceso electoral con dos listas supone una ruptura en la cordialidad que debería predominar en este tiempo de alegría.
No voy a expresar públicamente mi inclinación al respecto, como hice en los anteriores comicios, no quiero agradar el trabajo de nadie, y que eso suponga un perjuicio para otro grupo de hermanos.
Recordad que antes de criticar el trabajo de cualquier componente de la Hermandad, estáis criticando el trabajo de uno de vuestros hermanos.
No caigáis en la bajeza de criticar otra opinión distinta por el hecho de ser distinta. Dadle el valor a todas aquellas opiniones que vengan, porque se hacen buscando lo mejor para la Hermandad y por tanto para el conjunto de sus hermanos.
Sed hijos de la Salud. Comportáos como hijos de la Salud. Demostrad que seguimos siendo una Hermandad que a pesar de contar con seis mil personas distintas, todas buscan lo mismo bajo el carácter humilde y cristiano que se nos presupone.
Respetaos como hermanos, y quereos como hijos de Dios.
Respetaos como hermanos, y quereos como hijos de Dios.
Un abrazo en Cristo.
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