Era la vuelta atrás en el tiempo...
19 años después... Volvía por la comarca de Brenes, con destino al pueblo de mi antecesora...
La última vez, hace 19 años, conducía mi padre, y ahora era yo el que lo llevaba a él...
Llegamos a un pueblo que conocía vagamente. Con recuerdos muy lejanos, y con la vista fija en una cara que guarda mi cama desde que nací...
Tras aparcar, nos encaminamos por aquellas cuestas que me parecían escaleras al cielo... Y mientras tanto, mi padre me iba contando que su tío vivía en ésa esquina, que él jugaba a la pelota en ésa otra, que allí estaba el Mercado de Abastos...
Reviviendo su infancia, lógicamente ahora, porque la última vez que pisé Cantillana poseía en mis bolsillos 3 primaveras... Y ésos recuerdos son muy importantes para compartirlos con un infante de tan corta edad...
Esquina tras esquina, y recoveco tras recoveco, llegamos a calles que conocía por leyendas, por búsquedas y fotos...
La Plaza "er" Llano, la Calle Real, Martín Rey... Calle del Convento, Calle de la Iglesia...
Todo el pueblo adornado con las banderolas Albicelestes de la Asunción y con guirnaldas luminosas... Un pueblo que se entrega con Fe a la subida de los cielos de su Augusta Señora...
Tras doblar una esquina, la encontré... Y le cantaban ése himno que me he aprendido desde el destierro de la lejanía... Un "Canten los ángeles todos, himno de Gloria y Honor, porque al empíreo se eleva, la Santa Madre, del Redentor"...
Fueron un cúmulo de sensaciones... un cúmulo de recuerdos... Y sobre todo, la sonrisa de mi padre por descubrir de nuevo, los muros que lo vieron crecer...
Allí en aquellos muros se quedó algo de mí, que volveré cada 15 de Agosto a visitarlo... Un haz de luz, con la mirada al Cielo...
"¡Costaleros! ... ¡Fe! ... ¡Viva nuestra Madre, la Asunción de Cantillana!... ¡Viva!"
19 años después... Volvía por la comarca de Brenes, con destino al pueblo de mi antecesora...
La última vez, hace 19 años, conducía mi padre, y ahora era yo el que lo llevaba a él...
Llegamos a un pueblo que conocía vagamente. Con recuerdos muy lejanos, y con la vista fija en una cara que guarda mi cama desde que nací...
Tras aparcar, nos encaminamos por aquellas cuestas que me parecían escaleras al cielo... Y mientras tanto, mi padre me iba contando que su tío vivía en ésa esquina, que él jugaba a la pelota en ésa otra, que allí estaba el Mercado de Abastos...
Reviviendo su infancia, lógicamente ahora, porque la última vez que pisé Cantillana poseía en mis bolsillos 3 primaveras... Y ésos recuerdos son muy importantes para compartirlos con un infante de tan corta edad...
Esquina tras esquina, y recoveco tras recoveco, llegamos a calles que conocía por leyendas, por búsquedas y fotos...
La Plaza "er" Llano, la Calle Real, Martín Rey... Calle del Convento, Calle de la Iglesia...
Todo el pueblo adornado con las banderolas Albicelestes de la Asunción y con guirnaldas luminosas... Un pueblo que se entrega con Fe a la subida de los cielos de su Augusta Señora...
Tras doblar una esquina, la encontré... Y le cantaban ése himno que me he aprendido desde el destierro de la lejanía... Un "Canten los ángeles todos, himno de Gloria y Honor, porque al empíreo se eleva, la Santa Madre, del Redentor"...
Fueron un cúmulo de sensaciones... un cúmulo de recuerdos... Y sobre todo, la sonrisa de mi padre por descubrir de nuevo, los muros que lo vieron crecer...
Allí en aquellos muros se quedó algo de mí, que volveré cada 15 de Agosto a visitarlo... Un haz de luz, con la mirada al Cielo...
"¡Costaleros! ... ¡Fe! ... ¡Viva nuestra Madre, la Asunción de Cantillana!... ¡Viva!"
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