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Una tarde de Mayo...

Mientras que degustaba un bocadillo preparado con cariño en el patio del colegio, en el recreo...

Así fue como me llamaron sus ojos. Una foto allí colgada en una de las puertas... Y todo alrededor desapareció.
Ya no había griterío, carrera por los corredores, brisas de mayo ni miradas cruzadas...

Había silencio por revuelo, y amor en mi mirada.

No me contenté con la foto. Corrí a buscarla a su casa y en un banco me senté a observarla en la lejanía... Ya era tarde hasta para decir que me había enamorado su sonrisa, me habían prendido sus ojos... Y tarde era para decir que mis latidos pronunciaron su nombre como si fuera la clara voz de Barbeito...

Su nombre era poesía, y su figura era un sueño inalcanzable... Vestida de las tardes de mayo, ella avanzaba con su pie izquierdo, dejando el derecho atrás de manera grácil, y solo ella era capaz de formar esa manera de caminar en una rotunda maravilla.

Su pelo lo hizo el Guadalquivir... Largo y hacia atrás... Buscando curvas y bucles de sensaciones infinitas... Ondeando como bandera de paz...

En sus manos llevaba el símbolo del poderío... En la Izquierda iba el amor mismo. En la derecha el cetro de poder...

Te digo todo ésto... pero jamás podrás llegar a verla como la veo clara y nítidamente cuando cierro los ojos... Cuando sueño, o cuando voy a buscarla en las tardes de mayo...

Sé que nunca partirá de mi corazón... Sé que la amo... Y todo lo demás sobra...

Cuando descubras su nombre, observarás que no miento.

Ya lo dijo un entrañable ancianito henchido de amor... "TODO LO HA HECHO ELLA"...

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