Quiero describir pero no puedo...
Fui a buscar a ésa Hermandad que llega con los pasos agigantados de su Cristo, por entre los naranjos de Nervión...
Allí me quedé con ellos prendao de su elegancia, de sus rostros y de lo bonito que será verla entre los naranjos de Nervión, con sus túnicas de Nazareno...
Después pasó algo increíble... algo que dices tú, éste es el primer año, pero te juro que no será el último...
00.25 del Domingo de Ramos, Plaza de San Lorenzo... Hace ya rato que ha terminado la misa dentro de la Basílica, y ya se aposta en la puerta una cola que da la vuelta a una plaza... 40 minutos después y ya estaba a la altura del azulejo de la Virgen del Dulce Nombre viendo a lo lejos al Hombre...
Miradas, y miradas con un punto en común... allí entre los blandones del altar mayor...
Poco a poco llegué, no dejé ni que me pusieran un lazo morado en la solapa, porque lo único que quería era verlo cerca... Hasta que me puse delante de él...
Entonces fue cuando recordé aquellos viernes de la mano de mis padres, enfilar Laraña, la Gavidia y Cardenal Spínola para llegar a San Lorenzo a ver al Señor... Entonces fue, cuando me quedé de piedra al verlo allí tan cerca y besar sus manos... tan de carne y hueso como las mías... tan reales como pueden ser las de un hombre joven, dando una poderosa zancá, hacia los problemas de la gente de su reino...
En verdad te digo... en verdad te digo... que tienes que verlo así para quedarte sin palabras y solo pensar en cuan grande es el Poder de "ése trozo de madera"... Que tiene carne, huesos, pensamiento y latidos de corazón... tantos latidos como corazones se pararon ante su imagen imponente y grandiosa...
No se equivocaron en ponerle nombre... es Gran Poder...
El Sábado fue la primera vez, pero no la última...
Foto: Pasión y Gloria (Óscar Torres)
Fui a buscar a ésa Hermandad que llega con los pasos agigantados de su Cristo, por entre los naranjos de Nervión...
Allí me quedé con ellos prendao de su elegancia, de sus rostros y de lo bonito que será verla entre los naranjos de Nervión, con sus túnicas de Nazareno...
Después pasó algo increíble... algo que dices tú, éste es el primer año, pero te juro que no será el último...
00.25 del Domingo de Ramos, Plaza de San Lorenzo... Hace ya rato que ha terminado la misa dentro de la Basílica, y ya se aposta en la puerta una cola que da la vuelta a una plaza... 40 minutos después y ya estaba a la altura del azulejo de la Virgen del Dulce Nombre viendo a lo lejos al Hombre...
Miradas, y miradas con un punto en común... allí entre los blandones del altar mayor...
Poco a poco llegué, no dejé ni que me pusieran un lazo morado en la solapa, porque lo único que quería era verlo cerca... Hasta que me puse delante de él...
Entonces fue cuando recordé aquellos viernes de la mano de mis padres, enfilar Laraña, la Gavidia y Cardenal Spínola para llegar a San Lorenzo a ver al Señor... Entonces fue, cuando me quedé de piedra al verlo allí tan cerca y besar sus manos... tan de carne y hueso como las mías... tan reales como pueden ser las de un hombre joven, dando una poderosa zancá, hacia los problemas de la gente de su reino...
En verdad te digo... en verdad te digo... que tienes que verlo así para quedarte sin palabras y solo pensar en cuan grande es el Poder de "ése trozo de madera"... Que tiene carne, huesos, pensamiento y latidos de corazón... tantos latidos como corazones se pararon ante su imagen imponente y grandiosa...
No se equivocaron en ponerle nombre... es Gran Poder...
El Sábado fue la primera vez, pero no la última...
Foto: Pasión y Gloria (Óscar Torres)
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