Erase una vez una historia donde no cupo más amor, donde la belleza se resistía a partir, y donde Septiembre se quedó a vivir...
Quizás por su cara, o quizás por sus manos, o quizás por su semblante... O quizás porque no podía ser de otra manera. El letargo del Estío se despertó temprano, dejando su calidez para la tarde... Y tornando de suaves luces las caídas de su Palio...
Sus vecinos sabían que hoy la volverían a ver... Que salía su virgen... Por lo tanto ése día era un día distinto...
Un día en que la Alegría sirviera para volver en el tiempo, un día en el que todos sintieran el pellizco en el interior, de verla y no saber como (tras tantos años) caer preso de su hermosura, y esclavo de sus movimientos...
Sus manos que parecen tan frágiles como las de una niña, guardan los piropos, las oraciones y las gracias de un barrio tan pequeño, que se hizo grande al contemplarla de nuevo...
No sé porqué Dolores... No sé porqué... Pero éste año es distinto a todos los demás, e igual a los anteriores... Todo cambia... Todo, menos que tu sigas siendo la niña más guapa del barrio, y que tus vecinos te sigan queriendo más cada día...
Pronto Dolores, Pronto Madre...
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